—¡Somos ricos, Bill!… ¡Somos ricos! —¿Te tocó la lotería, Sam? —Mejor que eso. Mírame bien. —Ya te estoy mirando. —Estoy podrido de dinero. —No veo que te asome un solo dólar por el bolsillo. —Va a ser cuestión de un par de días. —¿Qué pasará dentro de un par de días? —Que me pondré un brillante en cada ojo. Y ése será sólo el principio. También tendré una mujer colgada de cada brazo. Una rubia y una pelirroja. Y en lugar de este traje mugriento, tendré docenas de trajes cortados por el mejor sastre, y de auténtico paño inglés. —Despierta, muchacho, despierta.
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—¡Somos ricos, Bill!… ¡Somos ricos! —¿Te tocó la lotería, Sam? —Mejor que eso. Mírame bien. —Ya te estoy mirando. —Estoy podrido de dinero. —No veo que te asome un solo dólar por el bolsillo. —Va a ser cuestión de un par de días. —¿Qué pasará dentro de un par de días? —Que me pondré un brillante en cada ojo. Y ése será sólo el principio. También tendré una mujer colgada de cada brazo. Una rubia y una pelirroja. Y en lugar de este traje mugriento, tendré docenas de trajes cortados por el mejor sastre, y de auténtico paño inglés. —Despierta, muchacho, despierta.