Bustamante llegó a su hacienda cuando ya había anochecido. Eva le esperaba en la puerta. Parecía nerviosa. —¿Qué te pasa? —preguntó Francisco, notando su excitación—. ¿Te ha ocurrido algo? Eva movió negativamente la cabeza. Pero su voz tembló al replicar: —Nada.. No, nada. Realmente, no me ha pasado nada. Su marido la cogió del talle y, conduciéndola hacia el salón, dijo: —Estás mintiendo. ¿Algún disgusto con el servicio?
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Bustamante llegó a su hacienda cuando ya había anochecido. Eva le esperaba en la puerta. Parecía nerviosa. —¿Qué te pasa? —preguntó Francisco, notando su excitación—. ¿Te ha ocurrido algo? Eva movió negativamente la cabeza. Pero su voz tembló al replicar: —Nada.. No, nada. Realmente, no me ha pasado nada. Su marido la cogió del talle y, conduciéndola hacia el salón, dijo: —Estás mintiendo. ¿Algún disgusto con el servicio?