El hombre de Tejas: El zumbido y la detonación fueron simultáneos, y el jinete que se había detenido un momento a contemplar las dos majestuosas moles de granito, comprendió que alguien le había elegido como blanco de las pesadas balas de plomo de su Remington especial calibre 44.
Brady el Tranquilo: En un pintoresco lugar del Oeste, un grupo de hombres jugaba al póquer; las grasientas cartas corrían de mano en mano, las apuestas se hacían cada vez mayores. De repente, oyóse el ruido de unas herraduras golpeando el seco suelo, y al aparecer un alazán de bella estampa, las cartas, confundidos ases y reyes, fueron a parar encima de la manta india que servía de mesa.
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El hombre de Tejas: El zumbido y la detonación fueron simultáneos, y el jinete que se había detenido un momento a contemplar las dos majestuosas moles de granito, comprendió que alguien le había elegido como blanco de las pesadas balas de plomo de su Remington especial calibre 44. Brady el Tranquilo: En un pintoresco lugar del Oeste, un grupo de hombres jugaba al póquer; las grasientas cartas corrían de mano en mano, las apuestas se hacían cada vez mayores. De repente, oyóse el ruido de unas herraduras golpeando el seco suelo, y al aparecer un alazán de bella estampa, las cartas, confundidos ases y reyes, fueron a parar encima de la manta india que servía de mesa.