Tres jinetes negros: El sol caldeaba con toda intensidad las casas de madera y adobe de San Julián del Valle, cabeza de partido del condado de San Onofre, California, y situada en el valle de San Aparicio, al pie de la Sierra de los Conquistadores, que casi rodeaba todo el condado, aislándolo del resto de la región.
La marca del cuatrero: El sol cegaba con sus últimos rayos a los tres negros jinetes que acababan de volverse por última vez hacia el Rancho de los Olmos. Marchaban lejos de aquellas tierras que con su intervención habían sido pacificadas. Dejaban atrás la aventura, la emoción de la lucha y del deber cumplido y, guiados por aquel sol que parecía marcarles una meta, los «Tres» se alejaban hacia nuevas luchas, nuevas emociones, nuevos territorios donde imponer su ley.
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Tres jinetes negros: El sol caldeaba con toda intensidad las casas de madera y adobe de San Julián del Valle, cabeza de partido del condado de San Onofre, California, y situada en el valle de San Aparicio, al pie de la Sierra de los Conquistadores, que casi rodeaba todo el condado, aislándolo del resto de la región. La marca del cuatrero: El sol cegaba con sus últimos rayos a los tres negros jinetes que acababan de volverse por última vez hacia el Rancho de los Olmos. Marchaban lejos de aquellas tierras que con su intervención habían sido pacificadas. Dejaban atrás la aventura, la emoción de la lucha y del deber cumplido y, guiados por aquel sol que parecía marcarles una meta, los «Tres» se alejaban hacia nuevas luchas, nuevas emociones, nuevos territorios donde imponer su ley.