JACK Godfrey revolvíase inquieto en su jergón de crin vegetal. Realmente, le era imposible conciliar el sueño. Lo de menos hubieran sido las durezas del apelmazado lecho, que se le clavaban en las costillas, sin posibilidad de que el cuerpo se amoldase a ellas. Aún por eso se podía transigir, pero ¿quién era capaz de dormir con tanto maldito piojo y los ronquidos de los ochenta compañeros de dormitorio que su mala suerte le había deparado?
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JACK Godfrey revolvíase inquieto en su jergón de crin vegetal. Realmente, le era imposible conciliar el sueño. Lo de menos hubieran sido las durezas del apelmazado lecho, que se le clavaban en las costillas, sin posibilidad de que el cuerpo se amoldase a ellas. Aún por eso se podía transigir, pero ¿quién era capaz de dormir con tanto maldito piojo y los ronquidos de los ochenta compañeros de dormitorio que su mala suerte le había deparado?