Amaba aquella parte del mundo, y por lo tanto yo también empecé a sentir la extraña fascinación de los lugares de que me hablaba. Vi su colorido, Sentí su sensual calor. Llegué a conocer casi íntimamente al rico y culto Said Abdul Buraala; la encantadora Jaira; Rael Montgomery; Geoffrey Carleton; Scheutema, el holandés, y Ahmet Sebam, el viejo malayo lleno de filosofía, de ideales y de un innato sentido de la devoción y del deber, fuente inagotable de narraciones y de proverbios orientales. Ahmet Sebam era una deliciosa mezcla de ingenuidad e inteligencia.
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Amaba aquella parte del mundo, y por lo tanto yo también empecé a sentir la extraña fascinación de los lugares de que me hablaba. Vi su colorido, Sentí su sensual calor. Llegué a conocer casi íntimamente al rico y culto Said Abdul Buraala; la encantadora Jaira; Rael Montgomery; Geoffrey Carleton; Scheutema, el holandés, y Ahmet Sebam, el viejo malayo lleno de filosofía, de ideales y de un innato sentido de la devoción y del deber, fuente inagotable de narraciones y de proverbios orientales. Ahmet Sebam era una deliciosa mezcla de ingenuidad e inteligencia.