Rex Carter volvió a leer el anuncio en el periódico cuando se hallaba justo ante la puerta de la Oficina de Gestiones Generales. Tenía veintiocho años, era moreno, muy alto y de facciones correctas. Su aspecto era duro, aunque simpático. Arrojó el periódico atrás, pero no cayó en el vacío. Un anciano de sesenta años, con aspecto de ratón, atrapó el diario en el aire e inquirió: — ¿Entramos, Rex? —Ese trabajo es para nosotros, Jerry.
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Rex Carter volvió a leer el anuncio en el periódico cuando se hallaba justo ante la puerta de la Oficina de Gestiones Generales. Tenía veintiocho años, era moreno, muy alto y de facciones correctas. Su aspecto era duro, aunque simpático. Arrojó el periódico atrás, pero no cayó en el vacío. Un anciano de sesenta años, con aspecto de ratón, atrapó el diario en el aire e inquirió: — ¿Entramos, Rex? —Ese trabajo es para nosotros, Jerry.