Buscó un lugar apropiado entre la maraña de anuncios y se dispuso a clavar su letrero de detective privado. Lanzó una mirada a su alrededor como si quisiera convencerse de que había sabido elegir el lugar. Efectivamente, el encargado le había dicho que ya quedaban pocos despachos en aquella zona y tenía toda la razón. El sitio no era malo. Era una esquina en la confluencia de Bay y Long Street. Un lugar muy frecuentado. Y el más barato de los Ángeles.
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Buscó un lugar apropiado entre la maraña de anuncios y se dispuso a clavar su letrero de detective privado. Lanzó una mirada a su alrededor como si quisiera convencerse de que había sabido elegir el lugar. Efectivamente, el encargado le había dicho que ya quedaban pocos despachos en aquella zona y tenía toda la razón. El sitio no era malo. Era una esquina en la confluencia de Bay y Long Street. Un lugar muy frecuentado. Y el más barato de los Ángeles.