Poco después de que Soledad Starova ingresara inconsciente al hospital, dos senadores nacionales son asesinados. Ambos estaban relacionados a la joven albanesa, pero ella lleva más de un mes en estado de coma profundo y está imposibilitada de hablar. No tiene familiares ni amigos en el país. La policía y el fiscal no tiene pistas que relacionen aquellas muertes con la joven y solo quien tiró del gatillo conoce a verdad. Pero, como si fuera un mago, este ha desaparecido. Mata y desaparece sin dejar rastros. Nadie sabe quién fue, nadie sabe dónde está y esto preocupa al Juez Gabriel Sarachi y también a su asesor Simón Castro que, por su amistad con los occisos, temen ser los próximos de la lista. La prensa oral y escrita se ha convulsionado. Intriga, suspenso y fundamentalmente un final incierto hasta la última página.