EL médico salió de la deteriorada y estrecha choza sudando copiosamente. Allí se moría uno de asfixia y no se explicaba cómo Bing Twain y su padre, el viejo e inválido Jubb, podían soportar sin desintegrarse aquella pesada y asfixiante atmósfera. Bing, un muchachote recio y fornido, a quien ni el ambiente malsano de tan mísera vivienda había podido minar en su recia naturaleza, miró angustiado al doctor, preguntando: —¿Qué tiene usted que decirme, señor Taff?
Description:
EL médico salió de la deteriorada y estrecha choza sudando copiosamente. Allí se moría uno de asfixia y no se explicaba cómo Bing Twain y su padre, el viejo e inválido Jubb, podían soportar sin desintegrarse aquella pesada y asfixiante atmósfera. Bing, un muchachote recio y fornido, a quien ni el ambiente malsano de tan mísera vivienda había podido minar en su recia naturaleza, miró angustiado al doctor, preguntando: —¿Qué tiene usted que decirme, señor Taff?