La señora Judy Blair, poseía una modesta cantina en las afueras de Tucker, poblado a caballo sobre la línea férrea que descendiendo de Odgen, cruzaba Utah, casi por su parte media, para después, en un brusco viraje, derivar hacia la divisoria de Colorado. Lo que ahora era cantina, había sido algunos años atrás una pequeña, pero confortable casita, en la que Judy vivió muy feliz con su marido, jefe de la estación ferroviaria del poblado, el cual, una noche tormentosa, cumpliendo su piadoso v humanitario deber de atender a un sinnúmero de heridos y víctimas de un descarrilamiento a dos millas de la estación, murió aplastado por un vagón que en posición de dudoso equilibrio perdió la estabilidad cuando el heroico jefe trataba de extraer del interior a un herido grave, muriendo con el herido aplastado por el vagón.
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La señora Judy Blair, poseía una modesta cantina en las afueras de Tucker, poblado a caballo sobre la línea férrea que descendiendo de Odgen, cruzaba Utah, casi por su parte media, para después, en un brusco viraje, derivar hacia la divisoria de Colorado. Lo que ahora era cantina, había sido algunos años atrás una pequeña, pero confortable casita, en la que Judy vivió muy feliz con su marido, jefe de la estación ferroviaria del poblado, el cual, una noche tormentosa, cumpliendo su piadoso v humanitario deber de atender a un sinnúmero de heridos y víctimas de un descarrilamiento a dos millas de la estación, murió aplastado por un vagón que en posición de dudoso equilibrio perdió la estabilidad cuando el heroico jefe trataba de extraer del interior a un herido grave, muriendo con el herido aplastado por el vagón.