Días después fueron algunos de sus propios hombres los que, ignorantes de las secretas intenciones que abrigaba su jefe respecto a Bernardette, se permitieron ciertos excesos con ella. No fue precisamente beber y rehuir el pago, pero su actitud cruda y grosera fue una ofensa que encendió en ira a la muchacha. Encarándose a ellos, advirtió: —Midan su comportamiento si no quieren que yo también de muestras de que sé ponerme a tono con la situación. Si tuviesen de hombres algo más que la ropa que llevan les daría vergüenza no saber respetar a una mujer. Uno de los de la pandilla, repuso burlón: —Nosotros sabemos tratar a las mujeres con toda delicadeza y si lo dudas, te lo demostraré. Estate ahí quieta y verás con qué dulzura te daré un beso.
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Días después fueron algunos de sus propios hombres los que, ignorantes de las secretas intenciones que abrigaba su jefe respecto a Bernardette, se permitieron ciertos excesos con ella. No fue precisamente beber y rehuir el pago, pero su actitud cruda y grosera fue una ofensa que encendió en ira a la muchacha. Encarándose a ellos, advirtió: —Midan su comportamiento si no quieren que yo también de muestras de que sé ponerme a tono con la situación. Si tuviesen de hombres algo más que la ropa que llevan les daría vergüenza no saber respetar a una mujer. Uno de los de la pandilla, repuso burlón: —Nosotros sabemos tratar a las mujeres con toda delicadeza y si lo dudas, te lo demostraré. Estate ahí quieta y verás con qué dulzura te daré un beso.