EL cuadro que se desarrollaba a los ojos del curioso espectador ajeno a él, era pintoresco y bullicioso hasta marear. Toda la orilla del sucio y poco caudaloso Big Blue, al otro lado de Beatrice, en el sudeste de Nebraska, apareció superpoblada de carros entoldados, carretones de pesadas ruedas recubiertas de llantas de hierro sin engrasar, de carricoches destartalados que amenazaban ruina y se mostraban al parecer incapaces de realizar una caminata de una docena de millas y de otras clases de vehículos más o menos seguros y ligeros, que parecían reunidos allí para dar una sensación variada y extravagante del ingenio de los constructores de toda clase de medios de transporte.
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EL cuadro que se desarrollaba a los ojos del curioso espectador ajeno a él, era pintoresco y bullicioso hasta marear. Toda la orilla del sucio y poco caudaloso Big Blue, al otro lado de Beatrice, en el sudeste de Nebraska, apareció superpoblada de carros entoldados, carretones de pesadas ruedas recubiertas de llantas de hierro sin engrasar, de carricoches destartalados que amenazaban ruina y se mostraban al parecer incapaces de realizar una caminata de una docena de millas y de otras clases de vehículos más o menos seguros y ligeros, que parecían reunidos allí para dar una sensación variada y extravagante del ingenio de los constructores de toda clase de medios de transporte.