Algunos tenían la cabeza entrapajada, otros los brazos apoyados al pecho, pendientes de sus rojos pañuelos, varios se habían atado reciamente las piernas con cuerdas y pedazos de camisa para contener la hemorragia de sus heridas, y en el fondo, derrumbado sobre un tosco lecho de agujas de pino, yacía febril y delirante un guapo mozo de unos diecisiete años, alto y espigado, de carnes duras y rostro tostado por el sol y el aire. Había recibido dos balazos, uno en un brazo y otro en el pecho, y la fiebre le obligaba a delirar. En su delirio hablaba de cargas contra el enemigo, de duras peleas, daba órdenes tajantes y mezclaba consejos sobre la mejor forma de distraer una punta de ganado por los cañones de Kansas o de desenfundar el revólver con más rapidez y eficacia.
Description:
Algunos tenían la cabeza entrapajada, otros los brazos apoyados al pecho, pendientes de sus rojos pañuelos, varios se habían atado reciamente las piernas con cuerdas y pedazos de camisa para contener la hemorragia de sus heridas, y en el fondo, derrumbado sobre un tosco lecho de agujas de pino, yacía febril y delirante un guapo mozo de unos diecisiete años, alto y espigado, de carnes duras y rostro tostado por el sol y el aire. Había recibido dos balazos, uno en un brazo y otro en el pecho, y la fiebre le obligaba a delirar. En su delirio hablaba de cargas contra el enemigo, de duras peleas, daba órdenes tajantes y mezclaba consejos sobre la mejor forma de distraer una punta de ganado por los cañones de Kansas o de desenfundar el revólver con más rapidez y eficacia.