Si uno se acerca a la catedral protestante de Dublín, donde parte de la población es no católica, verá sin duda en la parte exterior la estatua del hombre que ayudó con su dinero a restaurarla. Se trata de uno de los antepasados de los actuales Guiness, fabricantes de cerveza cuya fama ha dado la vuelta al mundo entero. La figura pensativa de aquel hombre ha quedado para siempre allí, a la sombra de sus muros, como un ejemplo de lo que uno debe hacer con los bienes de este mundo, además de beber buena cerveza.
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Si uno se acerca a la catedral protestante de Dublín, donde parte de la población es no católica, verá sin duda en la parte exterior la estatua del hombre que ayudó con su dinero a restaurarla. Se trata de uno de los antepasados de los actuales Guiness, fabricantes de cerveza cuya fama ha dado la vuelta al mundo entero. La figura pensativa de aquel hombre ha quedado para siempre allí, a la sombra de sus muros, como un ejemplo de lo que uno debe hacer con los bienes de este mundo, además de beber buena cerveza.