El sheriff Buntrop aulló: —¡No escaparás, Duncan! Más allá de las rocas, la voz repercutió como un trueno y terminó ahogándose al final del desfiladero. Dos disparos de rifle acompañaron la amenaza. Los cinco hombres que apoyaban al sheriff se distribuyeron cautelosamente entre las rocas, acercándose a Duncan. Dos de ellos, por turno, se detenían para disparar sus rifles y apoyar así el avance de los otros. El hombre a quien estaban cercando no respondía. Buntrop no gritó más.
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El sheriff Buntrop aulló: —¡No escaparás, Duncan! Más allá de las rocas, la voz repercutió como un trueno y terminó ahogándose al final del desfiladero. Dos disparos de rifle acompañaron la amenaza. Los cinco hombres que apoyaban al sheriff se distribuyeron cautelosamente entre las rocas, acercándose a Duncan. Dos de ellos, por turno, se detenían para disparar sus rifles y apoyar así el avance de los otros. El hombre a quien estaban cercando no respondía. Buntrop no gritó más.