El guardián no notó que las cosas iban mal hasta que aquel cuchillo se clavó en su espalda. No se enteró de que la vieja prisión de Levenworth había dejado de ser un sitio seguro, hasta que notó un terrible sabor a sangre en la boca. Y no supo que Barry había dejado de ser un prisionero hasta que el propio Barry le propinó un terrible tajo en el cuello, dejándole medio degollado. Sí, entonces se enteró el guardián Condeman de que las cosas habían empezado a cambiar.