La carta terminaba con este angustioso interrogante. Sexton la sostuvo entre sus dedos pensativamente, un largo rato, después de leerla. Al fin la devolvió a la muchacha. Los ojos de esta, muy quietos, muy fijos, parecían los de una hipnotizada. ¡Y sin embargo eran tan hermosos! Los ojos más hermosos que Sexton había visto jamás.
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La carta terminaba con este angustioso interrogante. Sexton la sostuvo entre sus dedos pensativamente, un largo rato, después de leerla. Al fin la devolvió a la muchacha. Los ojos de esta, muy quietos, muy fijos, parecían los de una hipnotizada. ¡Y sin embargo eran tan hermosos! Los ojos más hermosos que Sexton había visto jamás.