El cartel era como tantos y tantos otros que había en las ciudades del Oeste. Una cara. Una frase que siempre era la misma: «Vivo o muerto». Y debajo una cifra con la recompensa. ¿Por qué, pues, aquel pasquín llamaba tanto la atención? ¿Por qué se había reunido tanta gente en torno suyo? Quizá era por la cifra que resultaba muy elevada: 5000 dólares. O por el nombre, que era el de uno de los pistoleros más temibles del Sudoeste.
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El cartel era como tantos y tantos otros que había en las ciudades del Oeste. Una cara. Una frase que siempre era la misma: «Vivo o muerto». Y debajo una cifra con la recompensa. ¿Por qué, pues, aquel pasquín llamaba tanto la atención? ¿Por qué se había reunido tanta gente en torno suyo? Quizá era por la cifra que resultaba muy elevada: 5000 dólares. O por el nombre, que era el de uno de los pistoleros más temibles del Sudoeste.