Los cuatro hombres entraron en el Banco. Venían sudorosos, llevaban bolsas de cuero y se adivinaba en ellos a los vaqueros que han vendido una enorme punta de ganado, acababan de cobrar y desean ingresar los billetes en seguida. En la tumultuosa Kansas City eso era frecuente.
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Los cuatro hombres entraron en el Banco. Venían sudorosos, llevaban bolsas de cuero y se adivinaba en ellos a los vaqueros que han vendido una enorme punta de ganado, acababan de cobrar y desean ingresar los billetes en seguida. En la tumultuosa Kansas City eso era frecuente.