EL dueño del saloon miró a los cinco clientes más o menos borrachos que en aquel momento había en el local y les dijo: —Más vale que ahuequéis el ala, muchachos. Uno de los bebedores farfulló: —¿Así, sin pagar…? —Aunque no me paguéis me da lo mismo. Lo único que quiero es cerrar el local. Y en seguida. —Pero ¿por qué, Talbot? —Porque no me gusta la tormenta que se está acercando por aquí.
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EL dueño del saloon miró a los cinco clientes más o menos borrachos que en aquel momento había en el local y les dijo: —Más vale que ahuequéis el ala, muchachos. Uno de los bebedores farfulló: —¿Así, sin pagar…? —Aunque no me paguéis me da lo mismo. Lo único que quiero es cerrar el local. Y en seguida. —Pero ¿por qué, Talbot? —Porque no me gusta la tormenta que se está acercando por aquí.