El mayoral de la diligencia hizo oscilar el látigo por encima de las testas de los caballos, según un gesto que gesto ya tenían bien aprendido, y a continuación tiró de las riendas, mientras gritaba igual que si se dirigiera a un pelotón de soldados: —¡Altoooo! Los caballos delanteros se alzaron de remos y relincharon mientras la diligencia se detenía bruscamente. Los viajeros que iban en su interior fueron casi lanzados uno contra otro y empezaron a lanzar maldiciones. —¿Pero ésta es la manera que tienen de tratar a la gente en Wyoming? —¿No sabe frenar de otro modo, animal? —¡En el próximo viaje pondremos un caballo en el pescante y a usted lo engancharemos, so bestia! Pero estas exclamaciones no afectaron ni poco ni mucho al conductor, quien ya debía estar acostumbrado a tales efusiones. Al contrario, dijo con la mayor campechanería:
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El mayoral de la diligencia hizo oscilar el látigo por encima de las testas de los caballos, según un gesto que gesto ya tenían bien aprendido, y a continuación tiró de las riendas, mientras gritaba igual que si se dirigiera a un pelotón de soldados: —¡Altoooo! Los caballos delanteros se alzaron de remos y relincharon mientras la diligencia se detenía bruscamente. Los viajeros que iban en su interior fueron casi lanzados uno contra otro y empezaron a lanzar maldiciones. —¿Pero ésta es la manera que tienen de tratar a la gente en Wyoming? —¿No sabe frenar de otro modo, animal? —¡En el próximo viaje pondremos un caballo en el pescante y a usted lo engancharemos, so bestia! Pero estas exclamaciones no afectaron ni poco ni mucho al conductor, quien ya debía estar acostumbrado a tales efusiones. Al contrario, dijo con la mayor campechanería: