El periodista asintió con la cabeza, mientras tomaba notas. Había venido expresamente desde Dallas, enviado por un periódico de la capital. Y el tema de su reportaje era sencillamente ése: «El hombre de Abilene». Los otros individuos que estaban reunidos en el saloon, todos viejos vecinos de San Antonio, confirmaron con movimientos de cabeza las palabras del sheriff. Éste continuó: —Su puntería era fabulosa. Para nosotros, aquel hombre llegó a ser algo así como una leyenda. No había pistolero, por famoso que fuese, que se atreviera a enfrentarse a él. «Sacaba» con la rapidez de un demonio. Y jamás mató a nadie de espaldas o aprovechando una oportunidad. No, siempre de cara y avisando antes.
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El periodista asintió con la cabeza, mientras tomaba notas. Había venido expresamente desde Dallas, enviado por un periódico de la capital. Y el tema de su reportaje era sencillamente ése: «El hombre de Abilene». Los otros individuos que estaban reunidos en el saloon, todos viejos vecinos de San Antonio, confirmaron con movimientos de cabeza las palabras del sheriff. Éste continuó: —Su puntería era fabulosa. Para nosotros, aquel hombre llegó a ser algo así como una leyenda. No había pistolero, por famoso que fuese, que se atreviera a enfrentarse a él. «Sacaba» con la rapidez de un demonio. Y jamás mató a nadie de espaldas o aprovechando una oportunidad. No, siempre de cara y avisando antes.