El hombre que estaba en lo alto de la colina, montado sobre un hermoso corcel blanco, agitó el sombrero en el aire y descendió hacia el rancho al galope mientras gritaba: —¡Ya llegan! ¡Ya llegan…! Desde el rancho le contestaron con varios «Hurras» estentóreos, que se oyeron en toda la zona. Llegó al patio central, que estaba adornado con cintas y colgaduras de todas clases, y repitió: —¡Ya llegan…!
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El hombre que estaba en lo alto de la colina, montado sobre un hermoso corcel blanco, agitó el sombrero en el aire y descendió hacia el rancho al galope mientras gritaba: —¡Ya llegan! ¡Ya llegan…! Desde el rancho le contestaron con varios «Hurras» estentóreos, que se oyeron en toda la zona. Llegó al patio central, que estaba adornado con cintas y colgaduras de todas clases, y repitió: —¡Ya llegan…!