El inspector Corbier fue el primero en entrar en aquel piso que olía a finas maderas enceradas, a Chanel número cinco y a cigarrillos orientales. Demasiados olores mezclados para su gusto, aunque fueran todos buenos. Como también, para su gusto, estaba demasiado recargado el ambiente, aunque todos los objetos puestos allí fueran de gran lujo. Basile, un gendarme cuya tripa llegaba a los sitios media hora antes que el resto de su cuerpo, fue el que le señaló el camino. —Por aquí, inspector.
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El inspector Corbier fue el primero en entrar en aquel piso que olía a finas maderas enceradas, a Chanel número cinco y a cigarrillos orientales. Demasiados olores mezclados para su gusto, aunque fueran todos buenos. Como también, para su gusto, estaba demasiado recargado el ambiente, aunque todos los objetos puestos allí fueran de gran lujo. Basile, un gendarme cuya tripa llegaba a los sitios media hora antes que el resto de su cuerpo, fue el que le señaló el camino. —Por aquí, inspector.