La mujer recibió el golpe en plena cara y cayó hacia atrás, quedando sentada sobre la alfombra, mientras de sus labios partía una delgada línea de sangre, igual que si la hubiesen dibujado con pintura roja sobre su barbilla de inmaculada blancura. El hombre se frotó los nudillos y dijo: —¿De verdad vas a casarte con ese cerdo de Hartley? —Sí, Glenn.
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La mujer recibió el golpe en plena cara y cayó hacia atrás, quedando sentada sobre la alfombra, mientras de sus labios partía una delgada línea de sangre, igual que si la hubiesen dibujado con pintura roja sobre su barbilla de inmaculada blancura. El hombre se frotó los nudillos y dijo: —¿De verdad vas a casarte con ese cerdo de Hartley? —Sí, Glenn.