El hombre saltó de tejado en tejado, entre los exuberantes cocoteros salvajes, apoyando sus pies descalzos en las superficies con la seguridad de un simio. Colgado de su espalda, como la mochila de un excursionista, llevaba un paquete del que colgaba un corto cable. El hombre usaba unos pantalones tan cortos que parecían un slip, una camiseta verde y unos guantes para sujetarse mejor a los salientes. Nada más. En su mano derecha descansaba una “Browning”.