El sheriff entró en el saloon y se dirigió amablemente a todos los borrachos que estaban tendidos en el suelo: —¡Eh, gandules, hatajo de cerdos, pedazos de carroña, buitres desplumados, hijos de zorra! ¡Ha llegado la hora de trabajar! ¡En pie! ¡Todos en pie ahora mismo, u os meto de cabeza en la cárcel! Algunos borrachos alzaron las cabezas. Eran más de treinta. Todos estaban como cubas. Y ello no resultaba extraño.
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El sheriff entró en el saloon y se dirigió amablemente a todos los borrachos que estaban tendidos en el suelo: —¡Eh, gandules, hatajo de cerdos, pedazos de carroña, buitres desplumados, hijos de zorra! ¡Ha llegado la hora de trabajar! ¡En pie! ¡Todos en pie ahora mismo, u os meto de cabeza en la cárcel! Algunos borrachos alzaron las cabezas. Eran más de treinta. Todos estaban como cubas. Y ello no resultaba extraño.