—Os declaro marido y mu... El pastor de almas que oficiaba la ceremonia no termine la frase. La bala no le dejó. En su frente se marcó un botón rojo, mientras el libro de ceremonias saltaba por los aires. Los dos contrayentes, atónitos, volvieron la cara hacia la puerta. Todo el mundo hizo lo mismo. Sonaron murmullos de asombro y algún alarido de horror. Pero no aparecieron las armas.
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—Os declaro marido y mu... El pastor de almas que oficiaba la ceremonia no termine la frase. La bala no le dejó. En su frente se marcó un botón rojo, mientras el libro de ceremonias saltaba por los aires. Los dos contrayentes, atónitos, volvieron la cara hacia la puerta. Todo el mundo hizo lo mismo. Sonaron murmullos de asombro y algún alarido de horror. Pero no aparecieron las armas.