El hombre que informó a Pistol Roe tenía razón. Tierra Pobre había cambiado como si un par de hadas, cada una con su varita mágica, hubiesen pasado por ella. Alguien dijo que allí había oro, y las caravanas llegaron como moscas a los desperdicios de un pastel. Luego resultó que el oro era una fantasía, pero en cambio se descubrió cobre, y los hombres que habían llegado hasta allí arraigaron en la comarca. Empezaron a construirse algunos canales y se labraron las tierras. Las primeras ovejas se reprodujeron, al igual que las vacas, los caballos y los cerdos. Más de treinta ranchos —propiedad de gente que ya no tenía gana de ir más lejos— se establecieron en la región en el plazo de dos años. Y también llegaron los pistoleros, atraídos por la riqueza.
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El hombre que informó a Pistol Roe tenía razón. Tierra Pobre había cambiado como si un par de hadas, cada una con su varita mágica, hubiesen pasado por ella. Alguien dijo que allí había oro, y las caravanas llegaron como moscas a los desperdicios de un pastel. Luego resultó que el oro era una fantasía, pero en cambio se descubrió cobre, y los hombres que habían llegado hasta allí arraigaron en la comarca. Empezaron a construirse algunos canales y se labraron las tierras. Las primeras ovejas se reprodujeron, al igual que las vacas, los caballos y los cerdos. Más de treinta ranchos —propiedad de gente que ya no tenía gana de ir más lejos— se establecieron en la región en el plazo de dos años. Y también llegaron los pistoleros, atraídos por la riqueza.