Harold Bunsen era lo que, en cualquier época, hubiera sido llamado «un tipo duro». Se había formado en los peores ambientes del Oeste, los más peligrosos y los más violentos. Cuando ingresó en los rurales de Texas, poco después de la guerra civil, tenía ya ocho hombres en su lista particular de muertos. En los rurales pronto ascendió hasta capitán, a punto de gatillo. Era de los que disparan primero y hablan después. Su fama fue pronto tan grande que el Gobierno le llamó para que entrara a su servicio. Harold Bunsen se convirtió entonces en un federal. Llevaba ahora cuatro años al servicio de Washington, siempre con el revólver en la mano. Aquí no había progresado tanto, quizá porque la capital estaba muy lejos y sus méritos no eran tenidos tan en cuenta. De todos modos tenía su cuartel general en Carson City y mandaba a todos los federales que actuaban en Nevada.
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Harold Bunsen era lo que, en cualquier época, hubiera sido llamado «un tipo duro». Se había formado en los peores ambientes del Oeste, los más peligrosos y los más violentos. Cuando ingresó en los rurales de Texas, poco después de la guerra civil, tenía ya ocho hombres en su lista particular de muertos. En los rurales pronto ascendió hasta capitán, a punto de gatillo. Era de los que disparan primero y hablan después. Su fama fue pronto tan grande que el Gobierno le llamó para que entrara a su servicio. Harold Bunsen se convirtió entonces en un federal. Llevaba ahora cuatro años al servicio de Washington, siempre con el revólver en la mano. Aquí no había progresado tanto, quizá porque la capital estaba muy lejos y sus méritos no eran tenidos tan en cuenta. De todos modos tenía su cuartel general en Carson City y mandaba a todos los federales que actuaban en Nevada.