Las dos mujeres cruzaron la acera ancha y con unos setos vivos que tapaban parte de la casa. Un viento frío que llegaba del lago Michigan hizo que se les subieran las faldas y se exhibiese gran parte de sus finas medias negras. Para una visita como aquélla habían decidido vestirse de luto, llevando la educación hasta los últimos extremos que les enseñaron en el viejo colegio; «Cuando vayan a la casa de un muerto, el luto es de buen tono». Y, realmente, aquellas piezas negras les sentaban bien.
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Las dos mujeres cruzaron la acera ancha y con unos setos vivos que tapaban parte de la casa. Un viento frío que llegaba del lago Michigan hizo que se les subieran las faldas y se exhibiese gran parte de sus finas medias negras. Para una visita como aquélla habían decidido vestirse de luto, llevando la educación hasta los últimos extremos que les enseñaron en el viejo colegio; «Cuando vayan a la casa de un muerto, el luto es de buen tono». Y, realmente, aquellas piezas negras les sentaban bien.