El hombre encendió un grueso cigarro y empezó a lanzar al aire bocanadas de humo. Luego miró al hombrecillo que tenía delante de él y que había empezado a toser lastimeramente. —¿Qué? ¿Es que no le gusta el tabaco que fumamos los hombres de verdad? El hombrecillo gimió: —No hace falta todo esto para demostrarme que es usted más fuerte que yo. Y más burro.
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El hombre encendió un grueso cigarro y empezó a lanzar al aire bocanadas de humo. Luego miró al hombrecillo que tenía delante de él y que había empezado a toser lastimeramente. —¿Qué? ¿Es que no le gusta el tabaco que fumamos los hombres de verdad? El hombrecillo gimió: —No hace falta todo esto para demostrarme que es usted más fuerte que yo. Y más burro.