Aquellas noticias, por sí solas, no significaban gran cosa. Eran extrañas, inquietantes, pero en una ciudad como Londres ocurren muchas cosas extrañas e inquietantes cada día. Lo malo era cuando las noticias se relacionaban unas con otras. Cuando uno empezaba a atar cabos y se daba cuenta de que todo aquello era inexplicable. Fue entonces cuando nació aquel pensamiento. Aquel pensamiento absurdo y que nadie se atrevía a decir en voz alta: «Un hombre de otro mundo había llegado a la tierra». Por repuesto, eso no se publicó en los periódicos. La gente no lo comentó.
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Aquellas noticias, por sí solas, no significaban gran cosa. Eran extrañas, inquietantes, pero en una ciudad como Londres ocurren muchas cosas extrañas e inquietantes cada día. Lo malo era cuando las noticias se relacionaban unas con otras. Cuando uno empezaba a atar cabos y se daba cuenta de que todo aquello era inexplicable. Fue entonces cuando nació aquel pensamiento. Aquel pensamiento absurdo y que nadie se atrevía a decir en voz alta: «Un hombre de otro mundo había llegado a la tierra». Por repuesto, eso no se publicó en los periódicos. La gente no lo comentó.