El buque dejó tras de sí un largo aullido de sirenas, mientras penetraba en el puerto de Dakar, achicharrado por el sol. La antigua capital de la colonia francesa bullía de animación a aquella hora. En los muelles se habían congregado centenares de personas, desde descargadores a carteristas, desde policías indígenas a traficantes de drogas, desde hombres de negocios hasta jovencitas de color que estaban buscando su oportunidad de aquel día.
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El buque dejó tras de sí un largo aullido de sirenas, mientras penetraba en el puerto de Dakar, achicharrado por el sol. La antigua capital de la colonia francesa bullía de animación a aquella hora. En los muelles se habían congregado centenares de personas, desde descargadores a carteristas, desde policías indígenas a traficantes de drogas, desde hombres de negocios hasta jovencitas de color que estaban buscando su oportunidad de aquel día.