Seudónimo de Enrique Montoro Sagrista
EL jinete cruzó la frontera por el vado de Alamillo Cañón. Cuando los cascos de su caballo se hundieron en la orilla mejicana, el hombre tiró suavemente de las riendas, deteniendo la marcha de su montura. Se ladeó sobre la silla de montar y lanzó una mirada hacia atrás. A su espalda había quedado la tierra rojiza de Texas.
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Seudónimo de Enrique Montoro Sagrista EL jinete cruzó la frontera por el vado de Alamillo Cañón. Cuando los cascos de su caballo se hundieron en la orilla mejicana, el hombre tiró suavemente de las riendas, deteniendo la marcha de su montura. Se ladeó sobre la silla de montar y lanzó una mirada hacia atrás. A su espalda había quedado la tierra rojiza de Texas.