Los viajeros mandaban callar a los que desde hacía horas estaban jugando y seguían hablando como si no existiera la noche para ellos. Protestas que consiguieron que el tono en las palabras fuera más bajo, pero sin dejar de hablar. La luz del día hizo exclamar a uno de los cinco jugadores: —¡Qué barbaridad! Si ya es un nuevo día. ¡Hemos estado jugando toda la noche!
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Los viajeros mandaban callar a los que desde hacía horas estaban jugando y seguían hablando como si no existiera la noche para ellos. Protestas que consiguieron que el tono en las palabras fuera más bajo, pero sin dejar de hablar. La luz del día hizo exclamar a uno de los cinco jugadores: —¡Qué barbaridad! Si ya es un nuevo día. ¡Hemos estado jugando toda la noche!