El jinete, cubierto hasta los ojos con el gorro de piel, miraba de vez en cuando por encima de la fuerte «parca» cuyo cuello enlazaba con el gorro para ver el camino que el animal llevaba. La verdad era que había dejado al bruto, a su elección, el camino a seguir. Personalmente, no tenía predilección por ninguno. Era un terreno completamente desconocido para el.
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El jinete, cubierto hasta los ojos con el gorro de piel, miraba de vez en cuando por encima de la fuerte «parca» cuyo cuello enlazaba con el gorro para ver el camino que el animal llevaba. La verdad era que había dejado al bruto, a su elección, el camino a seguir. Personalmente, no tenía predilección por ninguno. Era un terreno completamente desconocido para el.