EL barman, para llamar la atención de un vaquero de estatura muy elevada, gritó: —¡Eh, forastero! ¿Es que no piensas beber? Las miradas de los reunidos, se clavaron en el joven forastero. Le contemplaban sonrientes y con clara indiferencia. —No tengo prisa —respondió el aludido. —¿Es que no te afecta el calor?
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EL barman, para llamar la atención de un vaquero de estatura muy elevada, gritó: —¡Eh, forastero! ¿Es que no piensas beber? Las miradas de los reunidos, se clavaron en el joven forastero. Le contemplaban sonrientes y con clara indiferencia. —No tengo prisa —respondió el aludido. —¿Es que no te afecta el calor?