PATTY, apoyada en el quicio de la puerta que daba entrada en su hotel y restaurante, que su padre poco antes de morir lo había convertido en «saloon» aprovechando la enorme amplitud del local, contemplaba las partidas de herraduras que en la plaza, donde el local estaba situado, celebraban todos los domingos a la mañana. Sobre todo, mientras las mujeres acudían a los actos religiosos. Patty hacía unos minutos que regresara de la iglesia.
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PATTY, apoyada en el quicio de la puerta que daba entrada en su hotel y restaurante, que su padre poco antes de morir lo había convertido en «saloon» aprovechando la enorme amplitud del local, contemplaba las partidas de herraduras que en la plaza, donde el local estaba situado, celebraban todos los domingos a la mañana. Sobre todo, mientras las mujeres acudían a los actos religiosos. Patty hacía unos minutos que regresara de la iglesia.