Peter Sanford, sentado a una de las mesas del local de su propiedad en compañía de varios amigos, charlaban animadamente mientras echaban un trago. Un hombre de edad avanzada, se aproximó a la mesa diciendo: —Míster Sanford, ¿puedo echar un trago a la cuenta? Éste contempló con detenimiento al viejo vaquero, diciéndole: —Puedes hacerlo, Stone. Tienes algo que decirme, ¿verdad? —¡Ya lo creo!
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Peter Sanford, sentado a una de las mesas del local de su propiedad en compañía de varios amigos, charlaban animadamente mientras echaban un trago. Un hombre de edad avanzada, se aproximó a la mesa diciendo: —Míster Sanford, ¿puedo echar un trago a la cuenta? Éste contempló con detenimiento al viejo vaquero, diciéndole: —Puedes hacerlo, Stone. Tienes algo que decirme, ¿verdad? —¡Ya lo creo!