—¡Doctor…! ¡Abra la puerta…! El viento huracanado arrastraba los copos de nieve obligando a taparse con gruesos chaquetones de piel. Los gritos de aquella mujer apenas podían oírse, apagados por el fuerte viento. Golpeó con fuerza la puerta. Hubo de hacerlo repetidas veces hasta que pudo ser oída. Una de las ventanas de la parte alta se abrió, apareciendo un hombre en ella. —¿Quién es? —preguntó.
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—¡Doctor…! ¡Abra la puerta…! El viento huracanado arrastraba los copos de nieve obligando a taparse con gruesos chaquetones de piel. Los gritos de aquella mujer apenas podían oírse, apagados por el fuerte viento. Golpeó con fuerza la puerta. Hubo de hacerlo repetidas veces hasta que pudo ser oída. Una de las ventanas de la parte alta se abrió, apareciendo un hombre en ella. —¿Quién es? —preguntó.