Los mineros y cow-boys ya estaban acostumbrados a estos gritos y los incrementaban con sus comentarios más o menos cáusticos. Los locales se hallaban llenos de todos modos: con mujeres-reclamo y sin ellas. Los hombres vestían de variadas formas y las mujeres lo mismo. Sin embargo, en ellas abundaba la seda y los colores chillones.
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Los mineros y cow-boys ya estaban acostumbrados a estos gritos y los incrementaban con sus comentarios más o menos cáusticos. Los locales se hallaban llenos de todos modos: con mujeres-reclamo y sin ellas. Los hombres vestían de variadas formas y las mujeres lo mismo. Sin embargo, en ellas abundaba la seda y los colores chillones.