El jinete se protegía del viento que, en realidad, era vapor. El calor era asfixiante. El caballo babeaba echando de menos el agua. —¡Debes aguantar...! —decía el jinete a su montura—. Ya estamos en Roxwell. Y, si quieres, podemos bañarnos en el río Hondo antes de entrar en el pueblo. Como es natural, el caballo siguió caminando. Pero el jinete le llevó hasta el río para que bebiera, pero conteniendo su ímpetu.
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El jinete se protegía del viento que, en realidad, era vapor. El calor era asfixiante. El caballo babeaba echando de menos el agua. —¡Debes aguantar...! —decía el jinete a su montura—. Ya estamos en Roxwell. Y, si quieres, podemos bañarnos en el río Hondo antes de entrar en el pueblo. Como es natural, el caballo siguió caminando. Pero el jinete le llevó hasta el río para que bebiera, pero conteniendo su ímpetu.