MUCHOS vaqueros estaban sentados en la valla de madera que cercaba el espacio destinado a la doma de potros. Les agradaba ver a su patrón luchando con los más rebeldes. Estaban convencidos que era el mejor jinete, capaz de conseguir lo que ellos abandonaban por considerarlo imposible. Y no es que fueran malos jinetes. Es que Roberto era superior a ellos y empleaba métodos que poco a poco iban imitando. Solía decirles al hablar de ello que los potros eran como niños y que no se les podía hacer creer que el mundo era solo tortura, porque crecerían odiando.
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MUCHOS vaqueros estaban sentados en la valla de madera que cercaba el espacio destinado a la doma de potros. Les agradaba ver a su patrón luchando con los más rebeldes. Estaban convencidos que era el mejor jinete, capaz de conseguir lo que ellos abandonaban por considerarlo imposible. Y no es que fueran malos jinetes. Es que Roberto era superior a ellos y empleaba métodos que poco a poco iban imitando. Solía decirles al hablar de ello que los potros eran como niños y que no se les podía hacer creer que el mundo era solo tortura, porque crecerían odiando.