No era sencillo, ni mucho menos, entenderse en el bullicio que existía en el local. Los que estaban ante el mostrador exigiendo bebidas; los que más atrás no conseguían ser oídos en sus demandas; los que hablaban entre ellos por grupos en el centro del saloon... Todos, en suma, organizaban tal murmullo, que para entenderse, unos y otros levantaban la voz. Y al levantarla, obligaban a los vecinos a gritar más a su vez. Sin embargo, las dependientas se entendían perfectamente con la clientela.
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No era sencillo, ni mucho menos, entenderse en el bullicio que existía en el local. Los que estaban ante el mostrador exigiendo bebidas; los que más atrás no conseguían ser oídos en sus demandas; los que hablaban entre ellos por grupos en el centro del saloon... Todos, en suma, organizaban tal murmullo, que para entenderse, unos y otros levantaban la voz. Y al levantarla, obligaban a los vecinos a gritar más a su vez. Sin embargo, las dependientas se entendían perfectamente con la clientela.