EL herrero dejó de golpear en el yunque, sobre el que tenía un hierro candente, para mirar con curiosidad al joven y alto vaquero que había entrado en su taller, que a su vez le contemplaba sonriente. Después de secarse el sudor que cubría su amplia frente, dijo: —En estos momentos, doy por finalizada mi jornada de trabajo…
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EL herrero dejó de golpear en el yunque, sobre el que tenía un hierro candente, para mirar con curiosidad al joven y alto vaquero que había entrado en su taller, que a su vez le contemplaba sonriente. Después de secarse el sudor que cubría su amplia frente, dijo: —En estos momentos, doy por finalizada mi jornada de trabajo…