EL sheriff al entrar en casa, pateó las sillas y se dejó caer en un sillón. —¿Qué te pasa? —dijo la esposa. —¡Nada! No me pasa nada. ¡Estoy desesperado! —¿Es que crees que puedes arreglar el mundo tú solo? —No quiero arreglar nada, pero es una vergüenza.
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EL sheriff al entrar en casa, pateó las sillas y se dejó caer en un sillón. —¿Qué te pasa? —dijo la esposa. —¡Nada! No me pasa nada. ¡Estoy desesperado! —¿Es que crees que puedes arreglar el mundo tú solo? —No quiero arreglar nada, pero es una vergüenza.