El tren se iba deteniendo lentamente. Los curiosos, que abundaban en la estación, contemplaban al monstruo de hierro con la mayor indiferencia. Los vaqueros habían pasado segundos antes que el tren por las vías. Varias pitadas, a modo de saludo, enviaba el maquinista, haciendo salir a la puerta del bar a las muchachas que trabajaban en él, a unas cien yardas de la estación.
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El tren se iba deteniendo lentamente. Los curiosos, que abundaban en la estación, contemplaban al monstruo de hierro con la mayor indiferencia. Los vaqueros habían pasado segundos antes que el tren por las vías. Varias pitadas, a modo de saludo, enviaba el maquinista, haciendo salir a la puerta del bar a las muchachas que trabajaban en él, a unas cien yardas de la estación.