La muchacha que había preguntado por el animal siguió su camino y llegó a las cuadras. En una de las individuales se hallaba un caballo bayo, precioso. Conoció a la joven y, como andaba suelto, se acercó a ella para acariciar a su ama. Ella correspondió a las caricias y le habló con dulzura. Le estuvo pasando lentamente la mano por las cuatro extremidades.
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La muchacha que había preguntado por el animal siguió su camino y llegó a las cuadras. En una de las individuales se hallaba un caballo bayo, precioso. Conoció a la joven y, como andaba suelto, se acercó a ella para acariciar a su ama. Ella correspondió a las caricias y le habló con dulzura. Le estuvo pasando lentamente la mano por las cuatro extremidades.